"Universitas ODM"
Trabajo mujer
Las etiquetas de la vergüenza
El trabajo de Isidora no se mide por horas, más bien por ocupaciones. Tiene 64 años y toneladas de trabajo encima. Lleva el cansancio atado al rostro y sus extremidades recuerdan a otras épocas. Si sigue atada a este mundo es por sus tres nietos, para ayudarles a echar centímetros.
La señora Isidoro palla desde los 11 años, o lo que es lo mismo, le arranca el material a la mina que los demás dejan atrás. Se levanta a las cuatro de la madrugada, pone orden en su guarida y a las seis ya ocupa su pequeña celda de castigo en el cerro boliviano de Potosí. Apenas se la distingue de entre el material. Acostumbrada a la sed, la fatiga y la falta de oxígeno, administra con resignación la condena. Dobla el espinzao sin levantar la voz. Araña una y otra vez la tierra que pisa. Hurga hasta donde puede. Y a medida que va amontonando su particular “fortuna”, se acurruca para ir separando el material. Lo bueno d elo malo. Tras jornadas extenuantes de 12 y 14 horas su jornal se reduce a 22 euros mensuales, un salario que estira como puede y que apenas llega para poner el puchero en la mesa. En su ratonera, un cuarto sin vistas al lado de la mina, el olor a pobre estrangula y el frío no concede pausas. En las noches se aprietan unos a otros para repartírselo.
El número de mujeres que integran el mercado laboral alcanzó en el año 2007 la cifra de 1200 millones, sobre un total de 2900 millones de trabajadores. Sin embargo, las obreras siguen sufriendo disparidades de estatuto, salarios y educación, según afirma la Oficina Internacional del Trabajo (OIT).
Trabajan más que los hombres, pero cobran menos. La economía informal las prefiere porque protestan poco y trabajan mucho. También la competencia económica, que busca en ellas una fuerza laboral más flexible, más barata y con jornadas interminables.
En muchos lugares las mujeres constituyen el verdadero proletariado del mundo pero siguen condenadas a la invisibilidad. Según la OIT la mujeres trabajan las 2/3 partes de todas las horas del trabajo en el mundo pero apenas perciben el 7% de los salarios y únicamente poseen el 1% de los bienes. Estos datos no contemplan el trabajo en las economías sumergidas, el trabajo doméstico, el mantenimiento del hogar ni la responsabilidad de sacar adelante a sus hijos.
El trabajo invisible: crían, educan y atienden la salud de sus hijos y la de toda la familia; organizan y administran los hogares; compran, cocinan y ponen la mesa. En las zonas rurales, además, participan en labores agrícolas de subsistencia y dedican al menos 5 horas diarias a recoger leña, agua y cuidar de los animales.
Cifras que “hablan”
Según Naciones Unidas la labor no remunerada de la mujer en el hogar representa un tercio de la producción económica mundial.
Las mujeres desempeñan la mayor parte de los trabajos mal pagados y menos protegidos
Naciones Unidas confirma que las mujeres del Sur trabajan como media 56 horas semanales en las zonas rurales frente a las 42 de los hombres. A esta diferencia horaria se suma una diferencia salarial desproporcionada.
Globalmente, las mujeres ganan entre un 20 y un 30% menos que los hombres y desempeñan tan solo el 1% de los cargos directivos (OIT)
El 90% de los empleados textiles del mundo son mujeres. Cobran una media de 0,07 dólares por prenda acabada.
TRABAJO INFANTIL
OBREROS SIN EDAD
Se llama Sadya y su nombre significa afortunada. Tiene 5 años y trabaja desde los tres. Sadya carraspea. Escupe a cada momento. Tiene una tos de adulto pegada al pecho. Es un semblante que ya ha dejado atrás la infancia. Sadya trabaja en una pequeña aldea Indonesia. Es todo lo que hace. Y en silencio. No habla jamás; su mirada y las cicatrices lo hacen por ella. Cada día empaña cientos de palitos de madera en sulfuro de antimonio para elaborar fósforos. Si su salario de 0,85 céntimos de euro al día es un escándalo, las condiciones de trabajo son de otro siglo. Jornadas de hasta 11 horas y en cuclillas. Sin descansos. En una estancia sin apenas luz y entre vapores que ahogan. A su edad, Sadya ya es una diminuta fábrica de sudor que contribuye con su salario a la estrecha economía familiar.
La totalidad de los 215 millones de niños y niñas de entre 5 y 17 años de edad que conforman la fuerza laboral infantil se despiertan cada mañana odiando al mundo. En las espaldas del planeta las cadenas del subarriendo siguen rentabilizando la mano de obra de los más pequeños pagando por el numero de nudos realizados en los talleres de alfombras de Nepal, por el empaquetado de barritas de tiza blanca en India, por el número de ladrillo volteados en las ladrilleras de Perú o por los kilos de caña cortada en cualquier punto del continente negro. Incluso por la cantidad de grados centígrados que tienen que soportar en algunos talleres de vidrio o bien por la cantidad de socavones reparados en las vías públicas de Haití. La radiografía del trabajo infantil es interminable y escandaliza. Parecen niños, pero como diría el escritor Jorge Amado, “ya no lo son”.
430 millones de manos cargadas de infancia. Obreros sin edad listos para el reclutamiento. Niños con vidas de adultos que a menudo comen y duermen allí donde trabajan. Niños y niñas que cumplen todos los días con un acto sobrehumano sin darle ninguna importancia.
Promesas rotas.
Y del trabajo infantil a la esclavitud sólo hay un paso. 25 millones de individuos tienen privada su libertad en plena era del conocimiento. Personas vendidas. Compradas. Traficadas. Sin elección en sus vidas.
Esclavos de la piedra
Bangladesh. Siglo XXI. El oficio de picar piedra no tiene fiestas ni respiros. Rania tiene siete años y lleva machacando material desde los cuatro. Rania es una esclava. Ya tiene amo, dueño y señor. Se trata del usurero que prestó dinero a sus padres y que la tiene en propiedad a cambio de los intereses de una deuda impagable. A Rania no se le permite apartar la mirada del tajo.
Presenta ya un semblante envejecido y el cansancio de los mayores.
Su vida está cosida a la industria esclavizante de la piedra. Machacar piedra. Recoger piedra. Transportar piedra. Rania lleva pegadas las esquirlas a los ojos y a la ropa. Trabaja con disciplina y es obediente. En cada golpe va dejando un poco de su salud y de su infancia. Rania no vale mucho, pero la piedra que trocea todos los días se cotiza bastante bien.
“Restavek” SIGNIFICA ESCLAVITUD
JUSTINNE ES UNA NIÑA HAITIANA DE 16 AÑOS QUE SE PASA EL DÍA TRABAJANDO EN UNA CASA AJENA Y AL SERVICIO DE LOS DEMÁS. SE LEVANTA LA PRIMERA Y SE ACUESTA LA ULTIMA, NO TIENE SALARIO Y COME SIEMPRE LAS SOBRAS DE OTROS. JUSTINNE ES UNA ESCLAVA. EN HAITÍ HAY UNAS 300 MIL CRIATURAS EN RÉGIMEN DE SERVIDUMBRE CONOCIDAS POR “RESTAVEK”
EN 1850, COMPRAR UN ESCLAVO EN EE.UU HABRÍA COSTADO EL EQUIVALENTE DE 50 MIL DOLARES DE HOY EN DÍA. EN EL SIGLO XXI, UN ESCLAVO PUEDE SALIR GRATIS.
Cifras que “hablan”
En el mundo trabajan 215 millones de niñas y niños entre 5 y 14 años de edad.
De ellos, 120 millones trabajan a tiempo completo y están fuera del sistema educativo. De ese total el 7% se concentra en América latina, el 32% en áfrica y el 61% en Asia
3.3 millones de niñas y niños de entre 6 y 14 años trabajan en México.
En Bangladesh hay trabajos en los que se paga dependiendo del peso corporal de los niños.
Sólo en india hay 15 millones de niños obligados a trabajar por deudas familiares.
Un millón de menores trabajan en minas, canteras y ladrilleras
Millones de niños y niñas menores de 15 años pasan jornadas enteras trabajando entre pesticidas.
La mayoría de los esclavos domésticos son niñas que reciben castigos extremos como palizas y quemaduras en sus cuerpos.
En países como India o Bangladesh basta con adelantarle a una persona 50 euros para dejarlo endeudado de por vida y entrar a formar parte de la esclavitud.
La esclavitud sigue vigente. 27 millones de personas son esclavas en el mundo.
En Indonesia trabajan 6 millones de niños en edades entre 10 y 14 años.
NIÑOS DE LAS CALLES
Sucia. Desaliñada. Atada a unas ropas amplias que le bailan en la cintura. Laura camina descalza y exhibe unas mataduras que tropiezan con el aire. El único delito de laura es ser una niña de las calles.
Acostumbrada a recibir golpes de unos y de otros, laura es fruto de una madre cargada de hijos y de los abusos y palizas de un padre de paso.
Tiene 7 años y hace dos que escapó de uno de las barriadas más inhóspitas de Lima, donde el abrigo en las noches se viste de techos de calamina y paredes de cartón. Una inmensa barriada de pobres y desocupados sin más vistas que ver pasar el tiempo.
Laura ha olvidado vestir a su muñeca, también los juegos y las golosinas. Ahora vive y callejea el asfalto de la capital peruana. Laura exporta lástima para no tener que robar y cuando se le pregunta qué quiere ser de mayor, contesta: “no creo que llegue a ser mayor”.
Más de 90 millones de niños y niñas entre 4 y 16 años forman parte del paisaje urbano que “afea” las grandes ciudades del planeta. Todos ellos viven en un mundo de vidas baratas donde las palabras se cosen a puñaladas y las decisiones se imponen a la fuerza.
Durante el día tardan en desperezarse. Luego, se desplazan en grupo para controlar su territorio. Ninguno de ellos se pierde en detalles; tampoco tienen tiempo. Hijos de nadie y sin oficio recurren a la supervivencia. Algunos desempeñan pequeños encargos, otros piden limosna o bien roban directamente. Ellas, la mayoría, acaban por emplearse en la prostitución para salir adelante. Las hay que se resisten y llegan a morder las aceras para aplacar el hambre.
Sus vidas transcurren en los lugares más sucios y feos de las ciudades, como los mercados y las terminales de autobuses donde la violencia se encarga de generar más violencia. Allí por donde pasan son tratados como material de deshecho. Los transeúntes les hablan a gritos y les levantan la mano para ahuyentarles. Allí donde paran son abusados y golpeados en plena calle.
Si durante el día no aparentan tener miedo, en las noches se aprietan unos a otros porque están asustados. También es el momento para despiojarse, compartir el frío y atragantarse de cola industrial para despegarse del suelo y volar. El pegamento es una chuchería que les permite quitar algunos miedos, calentar el cuerpo y recrear pequeñas aspiraciones en su imaginación. Pero sólo por momentos. En poco tiempo vuelven a la realidad cotidiana, a una calle sin nombre y a un rincón prestado como simples envoltorios en la oscuridad.
Excluidos. Invisibles. Con las ilusiones rotas. Según UNICEF existen unos cuarenta millones de niños de la calle en América latina y más de la mitad inhalan cola industrial. En total, 20 millones de clientes que consumen alrededor de 20 millones de galones de pegamento al mes, unos 77 millones de litros para esconder la realidad.
Para saber si son criaturas de las calles basta con mirarles si llevan algún tipo de calzado. Y si lo llevan basta con echar un vistazo a las suelas de sus zapatillas.
Pasajeros sin billete.
Yuma crece despacio. Tiene 9 años y enseña unos ojos negros y tiernos que piden a gritos una caricia. La criatura se ha criado entre andenes y al calor de las viejas locomotras de la estación central de Calcuta. Yuma exhibe ya un cuerpo abollado, acostumbrado a recibir golpes de unos y de otros. Huele mal, viste de mala manera y acostumbra a comer los restos de los demás. Es una pasajera que no va a ninguna parte. Sin billete. Una simple etiqueta de estación que todavía escupe inocencia.
Cifras que “hablan”
De los 90 millones de niños de la calle, 40 millones viven en América Latina, 30 en Asia y 10 en África.
Ciudad de México tiene la población más grande de estos niños, cercana a los 2 millones.
En 1975 había apenas 115 niños de la calle en toda Kenya. Hoy se calcula una cifra cercana a los 200 mil.
El pegamento industrial toma diferentes nombres en América latina: Clefa, Terokal, Resistol…
El Basuco colombiano contiene queroseno, ácido sulfúrico y otros muchos componentes químicos.
En la “farmacia” africana predomina la gasolina.
Polillas, Meninos da rua y Huele-pegas son algunos de los nombres que reciben los niños de las calles en América latina.
Solo en Nueva Delhi, el pegamento como droga mueve más de cien mil euros diarios.
La mayoría de las niñas practican la prostitución, bien por cuenta propia o ajena.
En Nairobi hay niñas de la calle que se ven obligadas a mantener relaciones sexuales a cambio de un paquete de harina. A los niños que nacen de estas relaciones se les llama los "niños de la harina".
En Indonesia las niñas desafían la feminidad utilizando tatuajes agresivos y el consumo de drogas fuertes como la morfina.
La totalidad de los niños de la calle en India son “intocables”, la casta más baja del sistema indio.
MIGRACIONES
Se casan pronto, paren varias veces y salen a despedir a sus maridos el día de su marcha. A los veintitantos aparentarán una edad de 40, habrán sacado a sus hijos adelante y también emigrarán. Las mujeres representan ya la mitad del colectivo migrante en el mundo y todas ellas son hijas de una segunda oportunidad.
Justina es ecuatoriana, tiene 32 años y parece haber cumplido con ese patrón. Sólo en su país una de cada cuatro personas reside ya fuera de las fronteras. Cada 58 segundos migra una persona en Latinoamérica. Y lo hace dispuesta a conjugar las formas más ásperas del verbo sobrevivir, muchas veces con la frustración en los equipajes y un sueño atrasado de siglos.
Justina llegó buscando destino, casa y trabajo. Para ello tuvo que desandar lo de otros y dejar atrás una familia que tiene puestas todas las esperanzas en su “aventura”. Se pasa el día limpiando casas de extraños, cuidando de niños ajenos y echando una mano en un par de trabajos más. Tampoco ha descuidado el oficio de madre; lo hace todas las tardes desde un locutorio.
Si las oportunidades no se dirigen hacia la gente, la gente seguirá corriendo hasta alcanzarlas. El torbellino migratorio no sabe de fronteras. 200 millones de personas viven y trabajan lejos de sus lugares de origen. Todo un rosario de nacionalidades y costumbres que aspiran a llevar una vida digna. Una nación sin bandera en la que no hay dos inmigrantes parecidos ni tampoco dos historias idénticas.
Viajan solos o en grupo. Por tierra. Por mar. Por aire. A pie. La espera puede ser de semanas, meses o años. Y cuando llegan lo hacen con el miedo de los extraños y a un lugar en el que nadie les espera. Aspirantes a casi todo, se aprietan en “pisos patera” para repartirse el alquiler, comparten el colchón para darse calor y llegan a dormir por turnos cuando son multitud. Muy pocos escapan a las necesidades y son muchos los que rozan el ayuno. En adelante prestarán sus brazos en el campo, se colgarán de los andamios de las ciudades y cobrarán sueldos que otros no quieren.
Gente de todas partes y de ninguna. Millones de manos para edificar la economía global. Comienza a tomar forma el proyecto de vida que todos traen bajo el brazo.
“En la mayoría de los casos, la emigración ha dejado de ser un ejercicio de libertad de las personas para convertirse en la única opción disponible”.
Cifras que “hablan”
Poco importa su lugar de origen; tampoco el lugar al que se dirigen. Siempre habrá un estereotipo esperándoles.
Los 200 millones de migrantes conforman el 5º país más grande del mundo.
Las mujeres ya representan la mitad del colectivo emigrante en el mundo.
En América latina 2 de cada 5 mujeres migrantes son empleadas domésticas.
De todas las mercancías que se mueven el ser humano sigue siendo la más problemática
Las mujeres emigrantes son más vulnerables a la explotación y a los abusos.
Medio millón de personas cruzan la frontera norte mexicana cada año.
En Datang, China, manos femeninas de bajo coste fabrican la tercera parte de los calcetines del mundo.
“Tan lejos de Dios y tan cerca de los EE.UU”
FEMINIZACIÓN DE LA POBREZA
Se llama Abdi, por sus venas corre sangre eritrea y hace tiempo que no come caliente. Tiene las costillas apretadas. Se hacen daño las unas a las otras. Se le pueden contar. Envuelta en unos trapos que jamás recuperarán la forma humana, Abdi tiene muy poco que agradecerle a la vida.
Los discursos no alimentan. Abdi se acuesta con hambre, se levanta con más hambre y pasa el día pegada al color plomizo del hambre. De los 800 millones de personas que han entrado en el siglo XXI atados al ayuno, la mayoría son mujeres y niños. El mundo no se cansa de fabricar pobres a la vez que prohíbe la pobreza.
Una de cada dos personas no es rentable para el mercado. Y como no es rentable, no “existe”. Y no “existe” porque no consume. Y a los que no consumen el mercado no les necesita.
Hay lugares donde la miseria llega a ser tan extrema que se convierte en terrorismo.
Cerca de la mitad de la población mundial vive en la pobreza, con menos de 2 euros al día. La mitad de ese medio mundo son mujeres y niñas que sólo intentan sobrevivir en una aldea global donde la racionalidad imperante está basada en el cálculo contable. Pero existe un derecho humano fundamental que no es otro que el derecho a la alimentación. El resto de derechos pierden su significado para esos 800 millones de “desgraciados” que se pasan el día pegados a los andamios del hambre y se ven incapaces de engañar a sus estómagos. Todo apunta a que el mundo ya no se plantea acabar con la pobreza por un principio de justicia social; más bien por ser improductiva.
NOTAS DE UN BASURERO
Huela mucho antes de llegar al basurero de Banjul en la capital de Gambia. Cada día y a la misma hora todo el “bestiario animal” se da cita en este punto donde no existe ningún respeto por la urbanidad. Buitres, moscas, ratas y niños se disputan los despojos por igual entre toneladas de basura y deshechos. Elisabeth es pobre hasta decir ¡basta! y como ella cientos de criaturas que han encontrado en este lienzo sus primeras zapatillas, las ropas para ir de domingo a la iglesia e incluso su único cepillo de dientes.
Suecia y Níger
Casi todas las mujeres suecas han recibido educación formal durante más de 17 años y vivirán hasta los 83, un 72% utiliza algún medio moderno de contracepción y sólo una de cada 185 sufrirá la muerte de su hijo antes de que éste cumpla un año.
En el extremo opuesto de ese panorama se encuentra Níger, donde una mujer habrá recibido como media en su vida una educación formal de tres años, sólo una de cada 10 mujeres sabe leer y escribir y tan sólo vivirá hasta los 45 años. Apenas un 4% utiliza algún método moderno de contracepción y uno de cada cuatro niños muere antes de cumplir el año.
Cifras que “hablan”
Las mujeres constituyen el 70% de los 1.300 millones de pobres absolutos del mundo
Curiosamente, entre el 60 y el 80 por ciento de la producción, la elaboración y la comercialización de alimentos corre a cargo de las mujeres (Naciones Unidas)
Las tasas más altas de pobreza, malnutrición y mortalidad infantil se dan en aquellos países en los que las diferencias entre hombres y mujeres se acrecientan.
Las posibilidades de que una mujer al llegar a la ancianidad viva en pobreza son mayores que las de los hombres (OIT).
ENFERMEDAD INFANTIL
A primera vista se adivinan las formas flacas de unos cuantos niños y niñas postrados en el suelo, respirando sin excesos y reclamando el cuidado de sus mayores. En el pequeño dispensario, un rancio olor a formol preside cada una de las estancias. Es tan insultante la austeridad que no hay instrumental quirúrgico a la vista y al personal sanitario se le puede contar con los dedos de una sola mano. Las camas escasean. Eso sí, hay pasillo para casi todos. Pero aquí nadie se queja en alto.
Haissa tampoco se queja; el dolor lo mastica para adentro. Es una niña de cuatro años que ya lleva la radiografía pegada al pecho y una anemia de meses que la tiene postrada. Más que llamar la atención, Haissa escandaliza. Lo que ha dejado de ser escándalo en Níger es la facilidad para no llegar a celebrar el quinto cumpleaños. Uno de cada cuatro pequeños fallece antes de cumplirlos. Y en los mundos vecinos, mas de los mismo.
Diez millones de críos y crías pierden la vida cada año por causas evitables y prevenibles. Veintiséis mil criaturas todos los días. Una cada tres segundos. La atención y el cuidado de los niños y niñas en cualquier parte del planeta sigue siendo la gran asignatura pendiente de la humanidad.
Pero todas las estadísticas vuelven a mirar a África. En el continente castigado se convive con la enfermedad nada más llegar al mundo y tropezar con él. La oferta es variada: tuberculosis, sarampión, diarrea, neumonía, malaria y unas cuantas enfermedades bíblicas que ya han perdido hasta el nombre. Como resultado, auténticas fábricas de huesos y tendones que se hacen daño al roce con el aire. El hambre y la desnutrición también hacen su trabajo. Saltan a la vista y se llevan por delante generaciones enteras. Reina el caos y el final de los tiempos parece estar demasiado cerca. En esta esquina del mundo la muerte sube y baja por todas partes. Se ve. Se puede tocar. Se echa encima y obliga a retroceder.
El Banco Mundial elogia la privatización de la sanidad pública en Zambia porque “ya no hay colas en los hospitales”. El diario The Zambian Post, completa: “Ya no hay colas en los hospitales porque la gente se muere en casa”.
Níger es el país más pobre de la tierra. Cada una de las mujeres de este trozo de geografía yerma verá morir a uno de sus hijos y nueve de cada 10 madres perderán hasta dos hijos en su vida.
Cifras que “hablan”
200 millones de niños y niñas en el todo el mundo no reciben atención médica básica cuando la necesitan.
El 37% de las defunciones infantiles ocurren dentro de los 28 primeros días de vida.
Enfermedades como la malaria, el sarampión, el SIDA, la diarrea y la neumonía son las cinco causas fundamentales del 90% de las muertes infantiles en el mundo.
En Etiopía hay 1 médico por cada 33 mil habitantes.
Cada 30 segundos muere un niño de malaria en África.
La malnutrición es la causa del 54% de las muertes infantiles en África.
Sólo con lavarse las manos a diario podrían salvarse las vidas de 800 mil criaturas africanas cada año.
Las niñas peruanas más pobres tienen 7,4 probabilidades de morir que los más ricos.
EDUCACIÓN
HAITÍ es tan pobre que no tiene pupitres para sentar a todos sus niños en las escuelas del país. Los alumnos tienen que compartir los asientos de tres en tres hasta romperlos, las libretas escasean y no hay con qué sacar punta a los lapiceros.
Janette tine 9 años y sabe contar hasta 10. Janette no va a la escuela ni lo hará jamás. Lo poco que sabe se lo debe a uno de sus hermanos que estudia en voz alta. El resto trabaja como mano de obra barata allí donde se les necesita. Ella también lo hace. En la casa. Entre los humos de la cocina y lavando ropa para otros. Janette y su familia viven en Citté Soleil, un suburbio de la capital haitiana repleto de desocupados sin más horizonte que seguir respirando, un “universo” de cartón y hojalata recalentado por el sol donde las moscas se comen a los críos y los críos a las moscas.
Dice la madre de Janette que su marido tiene el presentimiento de que todas las mujeres instruidas acaban tarde o temprano convirtiéndose en prostitutas.
El derecho a la educación no es negociable pero en pleno siglo XXI, 115 millones de niños y niñas en el mundo jamás han visto una escuela por dentro. No saben leer ni escribir.
A sabiendas de que un analfabeto será una persona mal alimentada en el futuro, más de 40 países no llegan al 30% de escolarización infantil, apenas uno de cada 10 alumnos de zonas en desarrollo llega a cursar estudios superiores y la educación secundaria sigue sin considerarse un derecho.
La mayoría de estos países han dejado de invertir en el magisterio apretados por una deuda externa impagable. Es el Fondo Monetario Internacional el encargado de seguir diseñándoles los ajustes estructurales preceptivos y la industria militar de venderles millones de dólares en armamento mientras el presupuesto anual de UNICEF apenas sobrepasa el valor de 6 ó 7 aviones de guerra del tipo F-15.
Y de esos 115 millones sin pupitres, 73 millones son niñas a las que se les sigue considerando un recurso barato para el trabajo doméstico y la explotación fuera y dentro del hogar. A cuatro pasos del Paraíso y a tan sólo uno del fracaso humano.
“si educas a una mujer educas a toda una familia”
Cifras que “hablan”
585 millones de mujeres en el mundo son analfabetas.
Según el PNUD, la alfabetización de mujeres jóvenes entre 15 y 24 años es del 60% frente al 80% de los hombres
Según Naciones Unidas las chicas tienen una media de 4,4 años menos de educación que los varones de su misma edad al cumplir los 18 años.
Según UNICEF los hijos de las mujeres que han recibido educación tienen más probabilidades de ir a la escuela.
Hay escuelas en África con 170 alumnos por aula.
La mitad de los niños de Bangladesh no asisten a la escuela.
Haití sólo destina el 1% de su PNB a la educación.
Hay países en los que se dejan de impartir asignaturas por falta de maestros.
MORTALIDAD
INFANTIL
ECUCACIÓN
MATERNIDAD
2011/12
Universitas ODM
TRABAJO INFANTIL
Universidad Internacional Menéndez Pelayo
POBREZA
Universidad La Laguna de Tenerife
AECID
MIGRACIONES
NIÑOS DE LAS CALLES
Transmitir al alumnado que los ODM tenemos que hacerlos nuestros. Conseguir sus metas depende de cómo cambiemos nuestros hábitos. Consumo, sostenibilidad, igualdad...
De Dickens al Iphone pasando por
los Objetivos de Desarrollo del Milenio
QUÉ ES UNIVERSTAS ODM ?
QUÉ SON LOS ODM?
Los ODM son una declaración efectuada por 189 países en el año 2000 bajo el auspicio de Naciones Unidas, por la que se comprometen a hacer un esfuerzo mundial para reducir antes del año 2015 la pobreza, sus causas y sus manifestaciones.
Universitas ODM es un proyecto de la UIMP, a través de su Centro de Cooperación al Desarrollo Fernando de los Ríos, y con la colaboración de la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo AECID
Dicho proyecto, pretende trabajar los Objetivos de Desarrollo del Milenio ODM en las Universiades españolas a través de la Educación para el Desarrollo EpD y utilizando para ello los canales de las redes sociales Red Social UIMP 2.0
Formando ciudadanía
Por qué son importantes los ODM?
- Porque representan el mayor compromiso político jamás visto
- Porque están centradados en el desarrollo humano
- Porque están basados en una alianza mundial
- Porque son objetivos medibles, alcanzables y tienen una fecha para su consecución: 2015
A partir de la reflexión y análisis de las problemáticas
del desarrollo desde las distintas disciplinas
obtendremos diversidad de respuestas
Encuentro
Interuniversitario
Acción
Participación
Sensibilización
Evaluación
Erradicar el hambre y la pobreza
La universidad tiene que "fabricar" ciudadanos y ciudadanas,
individuos capaces de transformar la sociedad y personas que
atiendan a una ciudadanía global.
http://redsocial.uimp20.es/group/larepresentacinsocialdelasmigracionesenlosmediosde
Etapa de comprensión. Se comienza a identificar desigualdades y se inicia un proceso con nuevas perspectivas y actitudes.
Acción informativa sobre los ODM. Primer paso para romper con los muros de la inferencia yIo desconocimiento.
Taller interactivo.
Etapa donde el compromiso adquirido nos permite abordar ciertos problemas del desarrollo así como plantear cambios y actitudes personales que influyan en la sociedad.
Metodología
Lograr la Educación Primaria
universal
Corregir las desigualdades
de género
La Educación para el Desarrollo es un proceso de aprendizaje dinámico, interactivo y de participación, que permite entender las relaciones norte/sur en una sociedad multicultural, interdependiente y en continuo cambio global.
Reducir la mortalidad infantil
http://redsocial.uimp20.es/forum/topics/el-ayer-y-hoy-de-ruanda-a
UNIVERSIDAD ESPAÑOLA
Combatir el VIH/SIDA, malaria
y otras enfermedades
http://redsocial.uimp20.es/page/foro-estudiantes-de-trabajo
Una propuesta del Centro de Cooperación al Desarrollo
Fernando de los Ríos
Fundación UIMP
Garantizar la sostenibilidad del
medio ambiente
Siempre que sea posible, durante el trabajo en red los alumnos podrán interactuar a través de UIMP Tv con expertos sobre la temática
Fomentar una asociación mundial
para el Desarrollo Humano Sostenible
Red Social de Conocimiento
2012
Objetivos
Incrementar el entendimiento de las fuerzas económicas, sociales, políticas y medioambientales que definen nuestras vidas.
Desarrollar habilidades, actitudes y valores que permitan un cambio en nuestras decisiones.
Promover el entendimiento intercultural así como una nueva visión basada en la equidad, la justicia social y la solidaridad.
Promover el derecho y el deber da cada individuo en participar y contribuir en un desarrollo más humano y sostenible.
Pensar de manera global y actuar en consecuencia localmente.
contenidos innovadores
metodología EpD
promoción de actitudes,valores y pensamiento crítico
valoración trabajo en equipo
Pobrez, infancia, exclusión
Migraciones
Propuestas para el aula
Población y desarrollo
Consumo responsable
Medio ambiente y
sostenibilidad
Igualdad
Planeta Mujer
Los ODM desde la perspectiva de género