Cuando una presentación empresarial posee una estructura demasiado rígida (con diapositivas estrictamente ordenadas y un guion excesivamente genérico), es imposible adaptarla. Los presentadores se ven obligados a pasar una diapositiva tras otra de temas superfluos hasta llegar al contenido que es relevante para el cliente. Con un cambio de perspectiva, puedes transformar fácilmente una presentación en un diálogo que sea tan colaborativo, dinámico e impactante que mantenga el interés de principio a fin.
En lugar de proyectar una diapositiva tras otra, una presentación conversacional te permite contar una historia en un único espacio. Puedes explorar este espacio de una manera distinta cada vez, igual que un mapa digital. Imagínate que tu presentación está diseñada con infinitas combinaciones de rutas para llegar desde el punto A hasta el punto B, o hasta el punto C, o hasta el Z. Con este diseño similar a un mapa, en lugar de memorizar una secuencia de información, aprendes cada una de las partes de tu historia y te desplazas por ellas a voluntad. Te sentirás con más confianza y preparación, y tu audiencia lo notará.
Da igual lo interesante que sea tu contenido: si tu audiencia no lo recuerda cuando te hayas ido, no logrará tener ningún impacto. Si quieres dejar una impresión duradera, tienes que transmitir un mensaje que sea memorable. Las conversaciones desempeñan un papel fundamental en este sentido, porque cuando entablamos un diálogo con alguien, nuestra actividad cerebral refleja literalmente la suya. La ciencia denomina este proceso acoplamiento neuronal y en el mundo de los negocios equivale a un buen clima de entendimiento.