Cuando se queda mirando fijamente el pájaro rojo, sus células (conos) sensibles al rojo comienzan a cansarse y pierden su sensibilidad.
De esta forma, cuando cambia repentinamente la mirada al fondo blanco de la jaula, usted deja de ver el rojo en los lugares donde las células sensibles al rojo se ponen menos sensibles a ese color.
La luz blanca menos la luz roja es luz azul verdoso (cyan).
Es por esta razón que la imagen secundaria que ve es un papagayo de color cyan.
Mire fijamente el ojo del papagayo rojo mientras cuenta lentamente hasta 20, luego mire inmediatamente un solo punto en la jaula vacía. La imagen débil y fantasmal de un pájaro de color cyan aparecerá en la jaula.
Intente hacer lo mismo con el cardenal verde. En la jaula aparecerá la figura débil de un pájaro color magenta.
BLANCO – ROJO = CYAN
Al hacer girar el disco rápidamente llega un punto en que el ojo humano no es capaz de distinguir cada color por separado, por lo que comienza a combinarlos y superponerlos percibiendo el color blanco, que es la suma de todos ellos.
¿Qué sucede?
Los pájaros fantasmales que ve aquí se denominan imágenes secundarias. Una imagen secundaria es una imagen que permanece incluso después que usted haya dejado de mirar el objeto.
Lo mismo sucede cuando mira fijamente el pájaro verde, sin embargo, esta vez son los conos sensibles al verde los que dejan de responder a ese color.
Si al blanco le quitamos el verde, obtenemos magenta, de modo que verá la imagen secundaria de un cardenal magenta.
BLANCO – VERDE = MAGENTA
Para entenderlo, necesitamos hablar de conos y bastones...
Ahora mire la bandera por 20 segundos, luego baje la mirada al espacio en blanco.
Observe cómo aparece la imagen fantasmal de una conocida bandera.
Al igual que el pájaro en una jaula, esta imagen secundaria se produce debido a que el rojo, blanco y azul son los colores complementarios del cían, negro y amarillo.
Newton descubrió que cuando hacía pasar la luz solar por un prisma, ésta se descomponía en siete colores, los siete colores del arco iris.
Es allí cuando dedujo que si volvía a juntar esos colores, tendría que producir nuevamente luz blanca.
Allí surge el disco de Newton, que no es otra cosa que esos 7 colores dispuestos en un disco que gira.
La parte posterior del ojo está cubierta por células fotosensibles, llamadas conos, que sólo son sensibles a algunos colores de la luz.
En la especie humana existen tres tipos diferentes de conos, cada uno de ellos es sensible a la luz de una longitud de onda determinada, verde, roja y azul. Esta sensibilidad específica se debe a la presencia de tres sustancias llamadas opsinas:
El cerebro interpreta los colores a partir de la razón de estimulación de los tres tipos de conos.
Este experimento nos sirve de introducción para explicar cómo percibe nuestro ojo los diferentes colores.
BASTONES = Célula nerviosa que no define detalles, colores ni límites en los objetos. Es responsable de la visión nocturna. En cada ojo hay 120 millones de bastones ocupando la periferia.
CONOS = De mayor umbral, presentan mejor agudeza visual y son responsables de la visión diurna y del color. Determinan también la textura, límites y movimientos. En cada ojo hay 6 millones de conos, ocupando principalmente la mácula y la fóvea.
El blanco es la suma de todos los colores del arco iris.
¿Qué sucede?
Nuestras neuronas necesitan un estímulo constante para no ignorar lo que tenemos alrededor, de modo que nuestros ojos necesitan moverse para captar mejor toda la información visual que nos llega a través de las retinas.
Si bloqueamos este movimiento fijando la vista en un punto, la información deja de actualizarse y las consecuencias son las que hemos visto, el efecto Troxler.
Usted puede haber notado que aunque el punto se desvanece casi todo lo demás en su campo visual permanece claro. Esto se debe a que todo lo demás que usted mira tiene bordes definidos.
Otro ejemplo:
Mire fijamente la cruz en el centro de esta imagen.
Notará que transcurrido un tiempo, todo lo que hay a su alrededor se desvanecerá completamente quedando sólo la cruz sobre un fondo blanco.
Ubíquese a un metro de distancia del punto y mírelo fijamente por un rato sin mover sus ojos o su cabeza.
El punto se desvanecerá gradualmente en el campo verde. Algunas personas encuentran que el punto se desvanece más rápido si se quedan mirando fijamente el borde del cuadrado.
Tan pronto como mueva su cabeza o sus ojos, observará que el punto azul reaparece de nuevo.
Un ejemplo de la peligrosidad de este efecto óptico es la visión túnel que nos provoca el consumo de alcohol.
Creemos que vemos todo lo que ocurre, y sin embargo lo cierto es que nos estamos perdiendo una buena parte de lo que sucede, no sólo a nuestro alrededor, sino también frente a nosotros.
Hay una cierta correspondencia entre nuestra percepción subjetiva y el mundo real, aunque la percepción de los objetos difiere de la realidad.
No existe para el cerebro una experiencia absoluta de una cosa ya que todo depende con qué se lo compare.
Esta tendencia a sustraer información explica el frecuente fenómeno que hace que recordemos la fantasía de un anuncio, pero no la marca o el producto que se anuncia.
Una vez más queda demostrado lo vulnerable que es nuestro cerebro y lo mal que puede funcionar nuestra percepción visual.
No siempre vemos lo que creemos ver…
Nuestra visión de la realidad está condicionada por la manera como interpretamos lo que ocurre a nuestro al rededor, “nuestra realidad se forma en nuestra mente”.
Entonces, cada uno de nosotros tendrá su propia representación (percepción) de la realidad en su mente, interpretando las situaciones de manera diferente, y prácticamente a nuestro modo.
La pregunta, por tanto, es obvia:
¿Es fiable y válida la información que los órganos sensoriales captan? ¿O nos engañan nuestros sentidos?
Mire estas dos imágenes invertidas de la Mona Lisa. Luego, mire abajo las Monas Lisas en posición correcta.
¿Qué sucede?
Usted probablemente reconoció la Mona Lisa inmediatamente, incluso invertida.
Las dos Monas Lisas invertidas pueden verse extrañas (una tal vez más extraña que la otra), pero al ponerlas en la posición correcta, una se ve normal y la otra grotesca. ¿Por qué se produce esta sorprendente diferencia?
Debido a que un rostro invertido no es un punto de vista familiar, usted puede no haber notado que una de estas imágenes ha sido alterada. En la foto del lado derecho, los ojos y la boca de la Mona Lisa han sido invertidos.
Sólo cuando las fotos se ubican en la posición correcta, y la vista es más familiar, es posible apreciar la verdadera distorsión.
Para dilucidar sobre estas cuestiones, presentamos nuestro proyecto...
Brillo y color ejercen enorme efecto en la percepción.
En esta ilusión creada por el científico Edward H. Adelson del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) los recuadros A y B tienen la misma tonalidad gris (en caso de duda, imprima la página, recorte los dos cuadrados y colóquelos uno al lado del otro).
¿Qué sucede?
Nuestro cerebro no percibe el brillo y el color verdadero de cada uno de los cuadrados y en su lugar determina el brillo de A y de B comparándolos con los cuadrados que los rodean.
La realidad no es tal como la vemos.
El cerebro no reconstruye la realidad, sino que construye nuestra experiencia de la realidad.
Hasta cierto punto la inventa.
Para validar esta hipótesis nos basaremos en una serie de experimentos enfocados en la visión que nos mostrarán hasta qué punto es real la información que captan nuestros ojos.