A la mar
La voluntad de Dios por grillos tienes,
Y escrita en la arena
, ley te humilla;
Y por besarla
llegas a la orilla,
Mar obediente,
a fuerza de vaivenes.
En tu soberbia
misma te
detienes,
Que humilde eres
cárcel maravilla,
Rica,
por nuestro mal,
de nuestros bienes.
De ocupar
a los peces su morada,
Y al Lino de estorbar
el paso al viento?
, encarcelada,
La codicia del oro macilento,
Ira de Dios al hombre encaminada.
La más bella niña
De nuestro lugar,
Hoy viuda y sola
Y ayer por casar,
Viendo que sus ojos
A la guerra van,
A su madre dice,
Que escucha su mal:
Dejadme llorar
Orillas del mar.
Pues me distes, madre,
En tan tierna edad
Tan corto el placer,
Tan largo el pesar,
Y me cautivastes
De quien hoy se va
Y lleva las llaves
De mi libertad,
Dejadme llorar
Orillas del mar.
En llorar conviertan
Mis ojos, de hoy más,
El sabroso oficio
Del dulce mirar,
Pues que no se pueden
Mejor ocupar,
Yéndose a la guerra
Quien era mi paz,
Dejadme llorar
bastante a resistilla;
Vs
A ti misma tu
Sin duda el verte presa,
¿Quién dio al pino
y la haya atrevimiento
Dejadme llorar