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s. II d.c
Renacimiento
LOS RECIBOS
LA MONEDA VOLADORA
De la costumbre de dejar el dinero
a los comerciantes a cambio de un recibo, surge el uso del recibo como moneda.
¿CUÁNDO APARECE EL PAPEL MONEDA?
Otra vez los chinos fueron los primeros. Ya en el siglo IX d. C., durante la dinastía Tang, aparecieron los primeros bancos en los que la gente depositaba sus monedas y a cambio se le extendía un certificado por el importe depositado que servía como medio de pago. Así la gente no tenía que movilizarse con las pesadas piezas de plata. En Occidente recién en el siglo XIV comenzó a utilizarse este sistema que llegó a imponerse con el tiempo.
En la historia de la moneda como medio de intercambio, cuyos orígenes se remontan al siglo VII antes de Cristo, el uso del papel como soporte físico del dinero es relativamente reciente, ya que no se tiene constancia del mismo hasta el siglo VII de nuestra era, en la China de la Dinastía Tang.
En Europa habrá que esperar hasta el siglo XVII para que surjan los primeros ejemplos de papel moneda, ya sea por su expresa impresión o porque el uso los dio dicha condición, como es el caso de los pagarés o promesas de pago contra una cantidad depositada en los comercios especializados que empezaron a denominarse bancos. Previamente se había generalizado la custodia del oro y de las joyas de las familias adineradas por parte de los orfebres, quienes entregaban resguardos con su firma y sello a los depositantes. Al igual que los pagarés, tales resguardos acabarían siendo aceptados como medios de pago en las transacciones. El uso de ambos documentos hacía más rápidos y seguros los intercambios, al evitar tener que cargar con pesadas piezas de oro o plata en los largos y peligrosos viajes de la época.
Durante el siglo XVIII se irán fundando bancos para satisfacer las necesidades financieras de los estados y los particulares, sustituyéndose gradualmente sus emisiones iniciales de pagarés, vales, bonos, etc., por billetes. Así, en nuestro país, el Banco de San Carlos, antecedente del Banco de España, lanzó su primera emisión de billetes en 1783. Con todo, habrá que esperar al siglo XIX y al enorme impulso que recibieron los bancos con la gran demanda financiera que la revolución industrial trajo consigo, para que el papel moneda se afiance definitivamente.
En 1874 el Banco de España se establece como único banco emisor nacional. Por entonces, en cada país, eran múltiples los bancos que emitían sus propios billetes, garantizando muy difícilmente la convertibilidad de los mismos con sus reservas de metales preciosos. Es la centralización de la emisión de un solo banco controlado por los gobiernos, unida a los avances en las artes gráficas, lo que permite apreciar en el papel moneda su utilización como testimonio del "espíritu oficial" de la época: junto a la expresión de su poder liberatorio en el pago de las deudas, en sus anversos y reversos se representan unos personajes contemporáneos o históricos, anónimos o distinguidos, monumentos, paisajes,... que no son sino símbolos propuestos por el poder político del momento como síntesis representativas e idealizadas de identificación colectiva.
S. VIII a.c.
S.XX
EDAD DE LOS METALES
LAS TARJETAS DE CREDITO
S. III a.c. a S. III d.c.
IMPERIO ROMANO
s. II a.c. Dinastia Han:
800 d.c. Dinastia Thang
998 Chang-Wing emite billetes al portador
Desventajas:
Ventajas:
Ventajas:
Desventaja:
En 1914 Western Union emite una tarjeta para sus mejores clientes. La formula se copiará de costa a costa. 1950 Diners Club la introduce en varios comercios.
Moneda en la Antigua Roma
Un denario de Maximino.
La moneda romana durante la mayor parte de la República romana y la mitad occidental del Imperio romano consistió en monedas incluyendo el áureo (latín, aureus, oro), el denario (lat. denarius, de plata), el sestercio (lat. sestertius, de bronce), el dupondio (lat. dupondius, también de bronce) y el as (de cobre). Estas monedas se usaron desde mediados del siglo III a. C. hasta mediados del siglo III d. C.
Aún se aceptaban como pago en los territorios de influencia griega, incluso aunque en estas regiones se acuñasen monedas propias y algo de plata con otras denominaciones como imperial griego o monedas provinciales romanas.
Los intercambios comerciales eran pagados inicialmente en bueyes u ovejas. La primera moneda fue la libra de cobre y después vinieron las monedas de plata (denarios y sestercios).
El comercio tendió al uso del sistema monetario basado en el oro, aunque circulaba la plata y había una relación del valor oro-plata fijado legalmente.
Pero la moneda efectiva era la de plata. La moneda de plata pasó de 1/72 a 1/84 de libra (327,45 g) en la Segunda Guerra Púnica, y no se modificó en tres siglos. Las monedas de cobre se empleaban para las fracciones, por lo que desaparecieron del gran comercio, y después dejaron de acuñarse los ases.
La libra de plata se descomponía así:
El as grave (de unas diez onzas).
El medio as (o semis).
El tercio de as (o trien, de cuatro onzas).
El cuarto de as (o cuadran, de tres onzas).
El sexto de as (o sextan, de dos onzas).
La onza.
Las dos últimas ya habían desaparecido de la circulación.
El Estado hacía circular monedas de cobre con un baño de plata, que se debían aceptar por su valor nominal. Naturalmente el que lo recibía no sabía si la moneda era de plata o no lo era. Para sufragar ciertos gastos, el Estado hizo muchas tiradas de estas monedas, provocando una crisis monetaria que obligó a retirar gran parte de las mismas.
Desde 269 a. C. Roma acuñó monedas de plata llamadas denarios (1 denario = 10 ases = ¾ de libra de cobre) y sestercios (1/4 de denario = 1 sestercio = 2,5 ases) que sustituyeron al as. Pesaban 1,137 gramos. Siglos después el sestercio se acuñó en bronce.
El oro aún se empleaba de forma escasa. La relación entre el oro y la plata era de 1:11,91.
La fortuna media de Roma en la época era la posesión de 70 talentos, unos 420.000 denarios o 1.680.000 sestercios.
La dinastía Chin (1115-1234) continuó emitiendo billetes, cada vez en mayor número para pagar a los funcionarios y militares, hasta que los billetes fueron incobrables originando tal malestar que fue una, por no decir que la principal, causa de que Gengis Khan conquistara el país, ya que los militares dejaron de guarnecer la frontera.
Gengis Khan implantó una nueva dinastía, la Yuan, que encabezó su hijo (1279-1368). De esta dinastía ya se conocen algunos ejemplares de billetes aunque son muy escasos, prácticamente piezas de museo. Durante esta dinastía fue disminuyendo la emisión de billetes al dejar de tener aceptación debido a su alto valor nominal. Se siguieron emitiendo billetes con la dinastía Ming (1368), billetes que ya se encuentran con relativa frecuencia, actualmente, en el mercado.
Los primeros billetes de la dinastía Ming que se encontraron lo fueron en 1900 durante la guerra de los Boxers. Estos billetes, ofrecidos a un oficial americano acabaron en los museos de EEUU e Inglaterra. En 1930 se descubrió un segundo grupo de billetes al demoler unos trabajadores un templo en las afueras de Pekin. En dicho templo se halló una vasija con varios objetos como ofrendas y entre ellos un paquete de billetes. Los descubridores no le dieron ninguna importancia a los billetes y los vendieron a los transeuntes por unas cuantas monedas. La mayor parte de los billetes se encontraban muy deteriorados a causa de la humedad pero unos cuantos, los de mayor calidad, fueron adquiridos por un misionero noruego. A la muerte de éste fueron adquiridos por un comerciante londinense que los hizo expertizar por el museo Británico y posteriormente los puso a la venta.
Evolución de las tarjetas de crédito
Tras el éxito de la Diners’ Club, las entidades financieras de todo el país empezaron a emitir tarjetas de crédito que se podían utilizar en múltiples establecimientos. El primero fue el Franklin National Bank de Long Island, en Nueva York, en 1951, aunque el año clave para la eclosión de las tarjetas de crédito fue 1958, año en el que se lanzaron la tarjeta American Express, de la compañía de servicios financieros homónima, que ya emitía giros y cheques de viaje, y Bank AmeriCard, la tarjeta de crédito del Bank of América, el banco más importante del estado de California.
El éxito fue tal, que en 1965 el Bank of America llegó a acuerdos con grupos de bancos de fuera de California para que emitieran Bank Americard, desistiendo estos a sus propios sistemas. Sin embargo, otro grupo de bancos de todo el país se unieron para formar Master Charge, que luego pasaría a llamarse MasterCard, y para finales de la década, más de 1.400 bancos ofrecían una u otra tarjeta en Estados Unidos, y también había dado el salto a Europa.
En 1977, y tras haber renunciado Bank of America a la gestión de Americard en 1970, llevada ahora por una corporación de los diferentes bancos que la emitían, se decidió que no era lógico que la tarjeta llevara el nombre de solo uno de los bancos, y es cuando se decidió cambiar el nombre por VISA, si bien se conservaron las franjas de colores características.
Las tarjetas de crédito en España
Aunque el crédito en los establecimientos ya funcionaba en nuestro país desde hacía tiempo, no fue hasta 1978 que no se emitió la primera tarjeta Visa en España. El número 0001 se otorgó a Carlos Donis de León, el banquero que importó la idea, y fue emitida por el Banco de Bilbao.
Actualmente, más del 70% de la población las utiliza, y es el segundo país con mayor número de tarjetas Visa de toda Europa, justo por detrás de Reino Unido, pero por delante de otros países como Francia o Alemania, donde incluso hoy en día está muy poco extendida
El origen de las tarjetas de crédito se remonta a principios del siglo XX, cuando en 1914 la empresa Western Union crea una tarjeta para sus clientes más selectos, que no sólo les permitía acceder a un trato preferente, sino a una línea de crédito sin cargos.
Hasta finales de los años 40, una gran cantidad de empresas comenzaron a emitir sus propias tarjetas de crédito, pero que solo tenían validez en sus establecimientos, como un método para atraer clientes y facilitar las compras a través del crédito. En 1924, por ejemplo, la General Petroleum Corporation emite su primer tarjeta de crédito para la compra de gasolina, y en 1929, la American Telephone & Telegraph emite la tarjeta Bell.
La primera tarjeta de crédito
Sin embargo, la primera tarjeta de crédito tal y como la conocemos hoy en día, es decir, una tarjeta con la que podemos pagar cómodamente en múltiples establecimientos sin tener que cargar con la tarjeta de cada uno de ellos, no surgió hasta 1949, fruto de una combinación de casualidades en un restaurante de Nueva York, en concreto el Major’s Cabin Grill.
En aquel restaurante estaban cenando Frank X. McNamara, de la “Hamilton Credit Corporation”, Ralph Sneider, su abogado, y Alfred Bloomingdale, nieto del fundador de “Bloomigndale’s”. En la cena hablaron de un problema de crédito de uno de los clientes de McNamara, que se había endeudado a causa de su bondad, pues había cedido sus tarjetas de diferentes establecimientos a vecinos con problemas económicos, y ahora no podía hacer frente a sus deudas, por lo que había recurrido a la compañía de McNamara.
Casualidades de la vida, aquella noche McNamara se había olvidado el dinero en casa, algo que descubrió al ir a pagar. Tuvo que llamar a su esposa para que le trajera dinero con el que pagar la cena, y decidió que no querría pasar esa vergüenza nunca más. Así, uniendo la búsqueda de un sistema seguro y personal de pago a crédito junto con la comodidad de pagar en varios establecimientos con la misma tarjeta, surgió la Diners’ Club, fundada por los tres socios presentes en aquella cena.
Al principio la Diners’ Club (literalmente, club de cenadores) tuvo poca repercusión. Sólo 14 restaurantes neoyorquinos se adhirieron, y a principios de 1950 la tarjeta únicamente la poseían unas 200 personas, la mayoría amigos y conocidos. Sin embargo, a finales de ese mismo año, más de 20.000 personas la utilizaban y el número de establecimientos que la aceptaban crecía exponencialmente.
La Diners’ Club fue la primera tarjeta de crédito como las actuales. Su modelo de negocio se basaba en hacer de intermediario entre el establecimiento y el comprador, cobrando una comisión por transacción al primero y una comisión de mantenimiento (3 dólares anuales en 1951) al segundo, a cambio de un pago aplazado a final de mes sin intereses.
Los Metales Preciosos:
Hacia el año 3000 a.C, en la Mesopotamia asiática, asirios y babilonios comenzaron a utilizar como bienes intermedios para los intercambios barras de oro y plata. También se utilizaban otros metales, como el cobre, el bronce o el hierro. Sin embargo, se preferían los dos primeros (oro y plata) ya que tenían algunas ventajas sobre los otros: en primer lugar su escasez, lo que los hacía valiosos, y en segundo lugar su incorruptibilidad. Esto último se refiere tanto a que es difícil falsificarlos como a que pueden almacenarse mucho tiempo sin echarse a perder (al contrario del hierro que se oxida).
El hecho de que fuesen fácilmente fraccionables representaba una gran ventaja, para pequeños intercambios
10.000 a.c
Desventajas:
·Necesidad de voluntad de intercambio
·Diferencia de valoraciones relativas
·Naturaleza perecedera de los bienes
CUANDO Y POR QUÉ NACE EL TRUEQUE:
La primera condición para que exista intercambio de bienes es la capacidad de producir excedente. El excedente es una parte de la producción que no se necesita consumir. Si una sociedad dispone de excedente, puede intercambiarlo por algún producto que posea otra sociedad (y que tampoco necesite consumir).
En la más remota prehistoria, cuando los hombres se dedicaban a la caza y la recolección, la producción de excedentes era casi nula. Además, por las características de sus productos, esos excedentes no se hubieran podido almacenar. Pero desde las primeras actividades productivas (agricultura, ganadería...), el excedente permitió emprender el hábito de intercambiar productos.
Las primeras formas de comercio entre los hombres consistieron justamente en el intercambio de productos mano a mano: lo que uno tenía y no necesitaba, se cambiaba por lo que el otro tenía y no necesitaba. Esa forma de intercambio se denomino trueque.
El trueque se mantuvo por mucho tiempo, aun en sociedades sedentarias: un jarrón de vino por una bolsita de trigo, pieles de abrigo por un arma de caza, lana de oveja por pescados.
¿Por qué se abandonó el trueque? El desarrollo de nuevos bienes de consumo y el crecimiento de la actividad comercial demostró que este sistema era poco práctico: en primer lugar porque no siempre el otro necesitaba aquello de lo que uno disponía. Por ejemplo, si un artesano de sandalias quería comprar pan, siempre debía encontrar un panadero que necesitara sandalias ó averiguar qué necesitaba el panadero, conseguirlo con su producción de sandalias. y justo después ofrecérselo en trueque.
En segundo lugar, también era un problema determinar cuál era el valor exacto de los productos a intercambiar: ¿cuánta lana por un jarrón de vino? ¿de qué tamaño debía ser el jarrón? ¿una vaca valía lo mismo que un camello?
Para resolver estos primeros problemas los hombres buscaron un producto de referencia: los valores de todas las mercaderías se establecerían en base a ese producto. Esa referencia es el primer paso en la historia de la moneda.